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2 de abril de 2014

El Gran Hotel Budapest

por Sigfrido Gross

El Gran Hotel Budapest redunda en los temas y constantes de siempre de su director. Aburre, es recargada, lenta, carece de ritmo cinematográfico, pero encantará a sus fans, ya que en ningún momento es deshonesta consigo misma o con su director, aunque trate al espectador con cierto desdén. Pero esto, a los fans de Wes Anderson, cierto es, les mola.


Pasa que se confunde mucho la capacidad visual con la capacidad estética, cuando son dos cosas completamente distintas. Es decir, la capacidad visual en un director debería entenderse como el talento para poder contar de manera visual - y cinematográfica - parte de la historia que se ocupe. Me vienen a la cabeza nombres como David Fincher, Sergio Leone, Welles o Steven Spielberg. Y no debería entenderse como el ser dueño, o creador, de un tipo de estilo visual y estético. Y menos, cuando ese estilo visual y estético no empuja a la historia contada, sólo implica que identifiques al director que hay tras ella.

Directores como Tim Burton, Tarsem o el caso que nos ocupa, Wes Anderson, a mi entender, entran en este segundo grupo. Es gente que ha sabido, muy inteligentemente, crear una firma inconfundible, tras la cual siempre se escudan, con la excusa de que son los únicos capaces de hacer esas películas. Que nadie más puede hacerlas, nada más que ellos. Y bueno, puede que sea verdad, pero eso no significa que ese cine sea bueno, sólo que tiene personalidad. Y hay que darse cuenta de que la “personalidad” no convierte a sus películas en buenas películas. Al menos no sólo eso.

El Gran Hotel Budapest está planteada como una clásica historia de aventuras, estructurada bajo la siempre eficaz propuesta del viaje del héroe. Además, está construida a través del relato del propio protagonista, traspasando así el mito heroico y convirtiéndolo en el narrador de sus aventuras y desventuras y en un héroe nostálgico. Durante el metraje vemos como el testigo de héroe pasa de la mano de un personaje a la de otro.

La historia de Zero (Lobby boy del Hotel Budapest) y de su superior, el Sr. Gustave -genial Ralph Fiennes-; de cómo el primero acabaría siendo heredero del prestigioso parador; de qué manera las desventuras amorosas de Gustave causan el robo de una obra de arte; el posterior encarcelamiento de éste; sy huida de la prisión y el cuento de amor de Zero con la pastelera del hotel, pretenden hacer funcionar la historia a través de la acumulación. Sin embargo, falla y fracasa estrepitosamente.


Igual que en el resto de sus películas, el guión caótico y a ratos absurdo está completamente supeditado a la estética de su director. Los momentos, los personajes, las escenas, las acciones... Todo responde a la necesidad de Anderson de hacer tal o cual plano, este o aquel gesto, o el movimiento de cámara correspondiente. Todo, para dejar claro que la película es suya. Los colores pastel, los efectos mecánicos, el formato recortado, los planos que parecen retratos, los de libros o cartas, el estilo "viejuno" (me niego a utilizar la palabra vintage), los movimientos de entrecortados de un personaje a otro, la voz en off cargante... Todo lo que adoran de él sus fans está en El gran Hotel Budapest. Multiplicado por mil.

Cierto es que Wes Anderson es uno de esos directores que cuando estrena una película levanta la expectación correspondiente a la de un director americano de su talla y carácter. En las puertas de los cines esperan de la misma manera sus fans y sus detractores. Todos con una idea preconcebida y errónea de lo que van a ver, tanto unos como otros. Sus fans esperan y están dispuestos a ver otra obra maestra moderna, otra cult movie, otro clásico instantáneo. Y lo piensan desde antes de verla. Los otros, entre los que me encuentro, entramos prejuiciosos, preparados para ver otra de las paridas de este moderno que ha conseguido engañar a mucha gente con su absurda y recargada estética. Otra peli que será un coñazo, pretenciosa, convencida de ser un clásico moderno.


Definitivamente es muy difícil ser objetivo con las películas de Wes Anderson, algo que, no se puede discutir, es mérito del director y es positivo: conseguir que sea casi imposible analizar sus películas, sin prejuicios muy extremos, ya sean favorables o no. Hay que verla para poder juzgarla, sin duda. Pero no sorprende con nada nuevo. Wes Anderson no defrauda a sus fans, pero nos sigue convenciendo a sus detractores que tenemos razón, que siempre hace lo mismo y que no sale de su cuadrícula. Si eres fan de este tipo, te va a gustar. Casi seguro. Si no lo eres, seguro que no. Pero ve a verla si sabes que tus amigos modernos la van a defender en alguna reunión cervecil, para poder atacarla y hundirla, porque es bien fácil hacerlo. Y esas discusiones, son siempre las más divertidas. Menos mal que nos queda el cine para poder discutir y enfrentarnos por cosas agradables y que nos hagan reír.


  • El Gran Hotel Budapest

  • Título original:
    The Grand Budapest Hotel

  • Dirección:
    The Grand Budapest Hotel

  • Año de producción:
    2014

  • Nacionalidad:
    USA

  • Duración:
    92

  • Fecha de estreno en España:
    2014-03-21

Sigfrido Gross

Sigfrido Gross nace en Málaga el 25 de junio de 1984. Su padre lo lleva, desde muy pequeño, a ver todo tipo de películas: desde cine de animación, a Las Tortugas Ninja o desde Batman a reposiciones del cine de Sam Peckimpah.

A parte del consabido trauma perpetuo e irreversible debido a ver cintas como Conocimiento carnal, Akira o Grupo salvaje, Sigfrido también adquiere una profunda e incontrolable pasión por el cine. De todas las épocas y géneros.

Tras estudiar el Bachillerato artístico y algo de fotografía, comienza estudios de Realización de Audiovisuales. Igualmente recibe un curso de guión en la ECAM, el cual le impulsa a profundizar un poco más en la escritura y estudia 3 años de narrativa cinematográfica en la Escuela Audiovisual del Mediterráneo.

Realiza su primer cortometraje, Residuos, que gana un premio a dirección novel en NexoSur y es rechazado en varios festivales por ser considerado 'muy violento'.

Escribe para varios medios de la web artículos sobre cine en todas sus facetas, cosa que alterna con la escritura y corrección de guiones. Para terminar la minibio, digamos lo que siempre se dice: "está trabajando en el que será su próximo cortometraje".

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