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27 de junio de 2014

Las dos caras de enero

por Andrés Robles

Pretendía comenzar estas líneas proponiéndoles un juego que finalmente he juzgado bastante estúpido, habida cuenta de que para llegar hasta aquí han tenido que pulsar el link y ver el encabezamiento de la presente página. En cualquier caso, como servidor es de ideas fijas y además el jueguecillo me viene al pelo para lo que deseo comentar, lo expondré igualmente. Olviden pues el título que luce un poco más arriba, ignoren las imágenes que acompañan al texto, y díganme qué película podría ocultarse tras estas pistas: mediados del siglo XX, tres americanos con dinero - unos más que otros - dejándose perder por algunos de los lugares con mayor fotogenia de la vieja Europa; un triángulo amoroso plagado de mentiras y pasados turbios, y aliñado con algún que otro crimen; un guión que adapta a Patricia Highsmith y un Minghella - Max, el hijo del malogrado director, que aquí desempeña labores de producción - en los créditos. ¿Alguien dijo El talento de Mr. Ripley? Pues lo siento, caballero. Ha estado cerca, pero no. No era esa la respuesta correcta, sino Las dos caras de enero (Estados Unidos, 2014).


Y es que la sombra del bueno de Tom, ese embustero entrañable con pinta de no haber roto un plato y el asesinato fortuito como hobby, es alargada, muy alargada. Pero no la de El amigo americano (Wim Wenders. Alemania, 1977) o El juego de Ripley (Liliana Cavani. Estados Unidos, 2002), ni siquiera la de A pleno sol (René Clément. Francia, 1960), primera versión de la historia que contaba aquélla. Es la sombra del Tom Ripley de Anthony Minghella.

Hossein Amini -sí, el mismo que firmó el libreto de Drive -, director debutante y guionista de esta nueva incursión en el mundo de la Highsmith, parece querer a toda costa recrear la atmosfera y el tono de la, con frecuencia injustamente menospreciada, cinta de 1999, a cuyo realizador por cierto dedica la suya. El problema es que el resultado -permítanme el símil- es parecido al de aquellos filmes de aventuras que en la década de los ochenta trataban de imitar el éxito conseguido por Indiana Jones, pero que irremediablemente fracasaron al carecer del encanto del original. Como en ellos, tal cosa se debe a mi parecer, a la acuciante falta de carisma del trío protagonista, factor que acaba jugando en contra del metraje. No encontrarán aquí nada parecido al magnetismo hipnótico que desprendía Dickie Greenleaf, ni a la morbosa complicidad que lograba Tom Ripley en el espectador. A diferencia de la cinta de Minghella, donde uno acababa comprendiendo y justificando los actos reprobables de su protagonista hasta el punto de desear que las cosas le salieran bien, en Las dos caras de enero absolutamente todo nos acaba dando igual.


Esa falta de carisma no es desde luego imputable al trabajo de los actores, que hacen lo que pueden con el material que tienen, y cuyas interpretaciones son solventes en el caso de Kirsten Dunst y Oscar Isaac, y más que remarcable en lo referente a Viggo Mortensen - algo que no sorprende viniendo de un tipo que estaría bien aunque protagonizara el biopic de Ronald McDonald -. Su intrascendencia proviene de un guión que confunde misterio con falta de información y compone unos personajes planos, y de una dirección abúlica e incapaz de dotar de emoción ninguno de los pasajes de la trama.

Las dos caras de enero es una de esas pelis que, sobre el papel, lo tienen todo para triunfar. Todo, excepto algo tan difícil de conseguir como necesario: ángel. De ese modo la abundancia de medios, las sugerentes localizaciones, la historia no exenta de potencial, las interpretaciones, o la música del siempre efectivo Alberto Iglesias, se diluyen, dejan de funcionar y se revelan inútiles. Si van a verla, sólo sacarán de ella el haber estado noventa minutos en una sala fresquita. Aun así, yo les recomendaría dejarla para la sobremesa de un domingo de resaca en el sofá de casa.

  • Las dos caras de enero

  • Título original:
    The Two Faces of January

  • Dirección:
    The Two Faces of January

  • Año de producción:
    2013

  • Nacionalidad:
    USA, Reino Unido, Francia

  • Duración:
    97

  • Fecha de estreno en España:
    2014-06-13

Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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