crónica

03.05.2016

Crónicas malagueñas. Segundo viernes y palmarés

por Andrés Robles

"Se acabó", diría María Jiménez. "Si me queréis, irse", apostillaría la Faraona. La decimonovena edición del Festival de Cine Español de Málaga echó el cierre este sábado y servidor, que es muy de obedecer a sus divas, volvió a la rutina de los mortales -a la de ustedes, vamos- un día antes de la clausura. Me perdí por ello Nuestro amantes, la última película a concurso de la Sección Oficial, que por una vez y en contra de lo que dicta mi maldición personal, no ha estado presente en el palmarés. Antes sin embargo de meternos a fondo con éste, déjenme que les cuente lo que dio de sí el viernes.

Viernes

La penúltima jornada nos dejó una de cal y otra de arena. De este dicho y por más que lo investigue en profundidad -es decir, que busque en Google, Yahoo y la Wikipedia- creo que jamás tendré del todo claro cuál es el elemento bueno. Lo que sí les puedo decir es que del chungo hemos tenido hoy un chute importante.

Catorce años llevaba Pedro Barbero sin dirigir. Con el dato frío sobre la mesa, uno podría pensar que es una eternidad, pero todo encaja si se tiene en cuenta que su película anterior fue Tuno negro -sí, ese slasher inclasificable sin recurrir al improperio en el que Maribel Verdú, Jorge Sanz y la extinta Silke aún andaban, a sus buenos treinta, en la facultad y viviendo en un colegio mayor... Cosas de la Logse-. Con tal antecedente y a la vista de lo presentado hoy, lo único que le pido a Barbero es que nos dé, no catorce años, sino un par de décadas de tregua hasta perpetrar su próxima fechoría.


El futuro ya no es lo que era es una supuesta comedia -no esperarían que estando protagonizada por Dani Rovira fuera una adaptación de Shakespeare- en la que la risa brilla por su ausencia y que empeora cuando intenta explorar el melodrama. Por si ello fuera poco, el metraje está plagado de diálogos imposibles, compuestos con frases de manual de autoayuda, y todo tiene un puntito rancio que me desespera. ¿En serio la gran preocupación de un padre del siglo XXI puede ser que su hija prefiera el fútbol al piano y su hijo la danza al kárate? ¡Al kárate, que dejó de estar de moda cinco minutos después de que Bruce Lee pidiera tierra! En fin, un horror con unos ciento cincuenta finales -yo perdí la cuenta al quinto- a cada cual más vergonzante.

Afortunadamente, mi despedida de Málaga no fue con este desastre sino con Kóblic. Si la cinta de Barbero ha sido la peor con diferencia de toda la Sección Oficial -y miren que alguna otra había para escoger-, la dirigida por Sebastián Borensztein, ganador en 2011 del Goya a la Mejor Película Iberoamericana con Un cuento chino, ha sido una de las mejores.

Ambientado en plena dictadura argentina, el film pone a Ricardo Darín en la en la piel de uno de los pilotos de los vuelos de la muerte, práctica habitual de exterminio de los elementos incómodos para el régimen a los que se lanzaba a alta mar semiconscientes. Tras desobedecer una orden y atormentado por sus remordimientos, el militar huye a un pueblo perdido en el que conocerá a otro personaje desubicado: una Inma Cuesta más que creíble con su flamante acento porteño.

Buen tono, buena factura y buenas interpretaciones para un thriller con hechuras de western seco y pausado, que conecta con el cine de Alberto Rodríguez en su manera de reflejar una época vital para la historia del país.

Palmarés

Pocas quinielas, por no decir ninguna, concedían a Callback el premio gordo que finalmente se ha llevado. Pese a no ser una mala película, no me habría importado verla fuera de un palmarés en el que, a la luz del resultado, imagino que ha tenido un peso importante la opinión de su presidente y director de Caníbal, Manuel Martín Cuenca.

La cinta de Carles Torras, cuyo principal lastre es, tal y como indique en su momento, seguir demasiado fielmente la plantilla de "prota con tarita" -ya saben: inserte aquí mirada perturbada frente al espejo del lavabo y allá asesinato fortuito e impulsivo-, ha conseguido, además de la Biznaga de Oro, los premios a Mejor Guion y Mejor Actor para Martín Bacigalupo. Posiblemente sea éste el menos discutible de los tres, aunque mis apuestas eran la entrañable composición de José Sacristán en Quatretondeta o el delicioso histrionismo de Alain Hernández en El rey tuerto.

La otra gran triunfadora y favorita de casi todos ha sido La propera pell, que se ha alzado con el Premio Especial del Jurado, la Mejor Dirección para Isaki Lacuesta e Isa Campo, Mejor Actriz para Emma Suárez y Mejor Montaje.

Tal acumulación de galardones para estas dos cintas dejaba poco espacio al resto. Las afortunadas han sido Kóblic, ganadora de dos Biznagas incontestables -Actor Secundario para Óscar Martínez y Fotografía, ex aequo con Quatretondeta-; Cerca de tu casa, que en un alarde de sutileza y originalidad se ha llevado Mejor Música -recordemos: ES un musical-; Julie, remarcando su único punto destacable, la secundaria Silvia Maya; y Quatretondeta, que además de compartir la fotografía, ha obtenido una mención especial del jurado.

Han quedado fuera algunas películas que merecían un reconocimiento. El caso más flagrante es el de El rey tuerto, pero tampoco habría estado de más distinguir la factura técnica de Gernika o incluso la brillantez de los diálogos de Rumbos.

Por último, la vencedora de Zonazine ha sido El perdido, cinta para la que, como dije, no soy público agradecido pero que es digna merecedora de los tres galardones conseguidos -Mejor Película, Dirección para Christophe Farnarier y Actor para Adri Miserachs-. Tampoco chirría la elección de Laura López como Mejor Actriz por La Pols (Cenizas), dadas las pocas opciones que había en la categoría. En cuanto a mi favorita de la sección, Los comensales, lo ha sido también de la mayoría de espectadores, consiguiendo el Premio del Público -planteándome estoy postularme al Premio Belén Esteban -Crítico del Pueblo -.

Y hasta aquí lo que se daba. Atrás quedan ocho días de proyecciones y más de una veintena de películas vistas. Atrás las charlas con Don Carlos Pumares -"Mi Pumi", como me gusta llamarlo en la intimidad -y mi idilio- unilateral se entiende- con la Guerra. Atrás queda una edición que, sin haber sido especialmente brillante -la apuesta de San Sebastián por la producción patria está dejando al certamen malagueño huérfano de obras redondas-, sí que ha dejado un balance general superior al de las dos ediciones anteriores.

¿Quién sabe? Lo mismo el año que viene me vuelven a dejar suelto y nos vemos en estas mismas pantallas. Hasta entonces, saludos y buen cine.

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Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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