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25 de septiembre de 2012

Los Grimm salen al ruedo

por Manuel Aguilar



Pablo Berger, director de Blancanieves, se tuvo que poner de una mala baba increíble cuando vio que un francés de apellido casi impronunciable estrenaba una película muda y en blanco y negro. Años de proyecto, años de trabajo y su principal ilusión, sorprender al público, quedaban por lo suelos.

Sin embargo, a Berger seguro que se le pasó el cabreo al ver que ese proyecto que le habían negado tenía las puertas abiertas gracias, precisamente, a su muda predecesora: esos mismos que no tenían ningún tipo de interés en una película muda vieron que si un actor fracasado y un perro habían conseguido tanto... ¿qué no podría conseguir el explosivo cóctel que Berger tenía pensado para Blancanieves? No hay mal que por bien no venga dicen los sabios...

Teatro Principal de San Sebastián: pase de prensa lleno hasta la bandera. Se apagan las luces y comienza Blancanieves. No han pasado ni tres minutos cuando ya estás dándole las gracias de todo corazón a Hazanavicius: "Gracias, porque si no fuera por 'tu artista', quizá no hubiéramos podido disfrutar de NUESTRA Blancanieves". NUESTRA porque esa Blancanieves solo podía nacer aquí: baila flamenco y es torera.

¿Y eso es Blancanieves? Pues sí, queridos, lo es. Berger tiene como base el famoso cuento de los Grimm pero deja el mundo de fantasía y se trae la historia a la Sevilla de los años 20. El torero del momento (un Giménez Cacho 'manoletizado'), en su corrida más importante sufre una aparatosa cogida dejando a su mujer, la tonadillera del momento, embarazadísima, viéndole en la plaza.



Comienzan las desgracias propias de todo cuento con la inevitable pérdida de la madre de la criatura (una Inma Cuesta a la que cada vez da más alegría ver en el cine), la aparición de la impecablemente malévola Madrastra (una Maribel Verdú que se merece un párrafo para ella solita), los primeros años de Carmencita con su abuela (la gran Ángela Molina) separada de su padre? ¿Que pare? ¿Cómo? ¿Que quién es Carmencita? Ah, claro? NUESTRA Blancanieves se llama Carmencita (con dos cojones, don Pablo), Carmencita Villalta, para más señas. Sigamos?

Como toda niña de cuento, tiene que tener una vida de perros y tras la muerte de su abuela, Carmencita (Sofía Oria de niña y Macarena García de mayor) va a parar a la casa de su padre. Y sí, allí está la madrastra. Una Madrastra tan mala como divertida que construye una Maribel Verdú de la que cada vez que estrena película hay que decir eso de "una actriz en racha". Pues no, señores: una racha no dura años, películas, obras de teatro. Eso no se consigue estando en racha, eso se consigue siendo una (por no decir 'la') de las mejores actrices de NUESTRO cine. Encarna (que es su personaje) tiene esa oscura atracción por la maldad escrita en la cara y Maribel (me permito esta cercanía) la tiene. Hace una interpretación perfecta. Fría y malvada cuando se trata de la niña y una divertidísima caricatura de la propia madrastra cuando se trata de ser una excéntrica millonaria.

Si la historia sorprende y divierte es porque, además de contar con un muy ingenioso guión del propio director, estéticamente es un disparo visual tan directo que es imposible no quedarse atrapado por su cuidadísima fotografía, llena de claroscuros tenebrosos, que introduce al espectador en una España gótica de cuento sin hadas y en un montaje perfecto que cuadra a la perfección con otro de los puntos fuertes de la cinta: su racial banda sonora.

¿Y los enanos? ¿Y el príncipe? ¿Hay manzana? A todo, os diré que sí... pero para ver cómo Berger los ha sabido encajar con maestría en nuestra cultura, ya sabéis lo que tenéis que hacer: ir al cine.
  • Blancanieves

  • Título original:
    Blancanieves

  • Dirección:
    Blancanieves

  • Año de producción:
    2012

  • Nacionalidad:
    España

  • Duración:
    90

  • Género:
    Drama

  • Fecha de estreno en España:
    2012-09-28

Manuel Aguilar

Nace en Jerez de la Frontera, una noche de octubre de 1978 (se aceptan regalos). Hizo la EGB completa e incluso estudió Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla... o eso dicen...

Desde pequeño, ver películas era su principal pasión, llegando incluso a no comer nada durante las casi cuatro horas de El Padrino II (todo un récord) y a romperse la nariz al tirarse por unas escaleras pensando que si Christopher Reeve podía volar (con esa pinta)... ¿por qué él no?

Reza todas las noches para que jamás hagan un remake de Los Goonies y para que de una vez por todas le corten las financiaciones a M. Night Shyamalan.

Ha rodado varios cortometrajes y escrito cuentos pero... ¡lo mejor está por venir!

Acaba de estrenar una comedia de enredo eusko-andaluza, Hoy quiero confesar, que distribuye con Jóvenes Realizadores.

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