opinión

17.08.2011

Abuelas para llenar una sala

por Alberto D. Centeno

La torturadora idea de escribir esta parrafada surgió de dos acontecimientos vividos en un corto espacio de tiempo.

El primero de ellos tuvo lugar en Madrid tras asistir a un concierto de un amiguete. Allí me presentaron, de mano de otro amigo, a un par de músicos de origen peruano y a otro tipo italiano cuya ocupación desconozco, ni falta que hace (pido disculpas por no dar los nombres).

Tras intercambiar impresiones sobre el concierto que acabábamos de presenciar la conversación derivó en una especie de debate-coloquio sobre el arte y la pregunta que suscita: ¿Qué es el arte?

Ni que decir tiene que la conversación no era tan elevada como para tener relevancia pero sí que resultó agradable, al menos para mí. Y creo que también para algún contertulio puesto que después me aceptaron como amigos de Facebook, y eso dice mucho.

El otro acontecimiento ocurrió también hace poco. La cosa comenzó viendo tráilers y fragmentos de películas asiáticas de gusto cuestionable y derivó en el visionado de cortometrajes actuales de origen malagueño o malacitano. El problema es que el fin era el mismo: partirse la caja. Pero las motivaciones diferentes, los tráilers asiáticos tenían un componente hilarante, buscado incluso en la pobreza de sus ejecuciones, mientras que la otra tanda de vídeos iban en serio. Muy en serio.

Si alguien continúa leyendo a estas alturas (lo agradezco) se estará preguntando qué tienen en común un acontecimiento con el otro. Intentaré explicarlo: en la agradable tertulia post-concierto se habló de la función que tienen hoy día los centro de arte, instituciones públicas o privadas, galerías? El principal objeto de crítica fue el papel que desempeñan instituciones públicas, que en mi opinión han dejado de funcionar como atalayas. Torres vigía que buscan a su alrededor a personas que de alguna manera tienen cierta relevancia con lo que hacen, o con su trabajo y los ayudan a crecer. No, ahora funcionan como centros que acogen obras y artistas en función del orden de llegada, aparentemente.

De otra manera no se explica que en Málaga, mi ciudad, ciertas obras y autores ocupen espacios públicos con total impunidad y con acuciada reincidencia. Mientras que otros pasan desapercibidos.

Llegados a este punto y con el fango por la cintura sólo me quedan dos opciones: hundirme del todo o arrastrar a alguien más para pelear. Veremos qué sale.

Muy conocido es el texto de Tolstoi sobre el arte. Texto que me permitiré parafrasear de ahora en adelante.

Si preguntas a los responsables, o culpables si prefieren, de que estas cosas ocurran, seguramente se acogerán a argumentos tales como la subjetividad del gusto o soltarán alguna de esas definiciones imprecisas de lo que es el arte. Definiciones en su mayoría sustentadas en el concepto de belleza y el placer que produce.

Todo empezó allá por 1750 cuando Baumgarten (que Dios acoja en su gloria) introdujo el concepto de “estética”. Desde entonces el problema ha sido el mismo: definir que es la belleza y en cada nuevo tratado sobre estética se consigue una respuesta distinta pero igual de imprecisa, desde Goethe a Eco, salvando las distancias.

¿Qué es el arte?

Teniendo en cuenta mi ignorancia sobre el tema yo me quedo principalmente con la respuesta de Tolstoi que propone que el arte no es otra cosa que un medio de comunicación entre los humanos, y cito textualmente:

“(?) Toda obra de arte, pone en relación el hombre a quien se dirige con el que la produjo, y con todos los hombres que simultánea, anterior o posteriormente, reciben impresión de ella. La palabra que transmite los pensamientos de los hombres, es un lazo de unión entre ellos; lo mismo le ocurre al arte. Lo que le distingue de la palabra es que ésta le sirve al hombre para transmitir a otros sus pensamientos, mientras que, por medio del arte, solo le transmite sus sentimientos y emociones. La transmisión se opera del modo siguiente:
Un hombre cualquiera es capaz de experimentar todos los sentimientos humanos, aunque no sea capaz de expresarlos todos. Pero basta que otro hombre los exprese ante él, para que enseguida los experimente él mismo, aun cuando no los haya experimentado jamás. (?)”


Y digo yo: amén.

Leon Tolstoi - Sin duda un tipo respetable
Leon Tolstoi - Sin duda un tipo respetable


También comulgo con la definición de Kant:

“El hombre conoce la naturaleza fuera de él, y se conoce a sí mismo en la naturaleza. En la naturaleza busca la verdad, en sí mismo busca la bondad. La primera de esas investigaciones pertenece al dominio de la razón pura, la segunda, al de la razón práctica. Pero, además, de estos dos medios de percepción, existe también la capacidad de juzgar, que puede producir juicios sin conceptos y placeres sin deseos. Esta capacidad es la base del sentimiento estético”.

Según Kant, la belleza es, desde el punto de vista subjetivo, lo que gusta de una manera general y necesaria, sin concepto y sin utilidad práctica. Desde el punto de vista objetivo, es la forma de un objeto que agrada, con tal de que este objeto nos agrade, sin cuidarnos para nada de su utilidad.”

Una idea que no hay que dejar pasar es la separación que establece Folgeldt entre el arte y la moral. Según él si el arte debe estar cargado de moral la mayoría de obras de Shakespeare no lo serían, e introduce el concepto de la significación.

Otros teóricos naturalistas como Darwin, atribuían la necesidad del hombre de crear arte a un exceso de energía que tienen los hombres y los animales y que resulta del instinto sexual y del juego.

Darwin y sus teorías son el fundamento de la sociedad que padecemos ahora mismo, puesto hemos sido educados en ellas. Somos animales y como animales nuestro instinto es sobrevivir. Competir con el que está al lado y prevalecer tanto ideológicamente como genéticamente. A mí me suena esto.

Marcel Duchamp - Creador del ready-made
Marcel Duchamp - Creador del ready-made


Hace poco escuche a un tipo (cuyo nombre ahora no recuerdo) enunciar esta pregunta: "¿Qué tiene que ver la poesía con la supervivencia?"

He de reconocer que por unos días viví emocionado con esa pregunta rondándome la cabeza, pero al poco tiempo mi educación darwinista prevaleció al contemplar que el hombre (malagueño o residente en la provincia, para más señas) tiende a auto-complacerse con su obra “poética” y busca el respaldo del gran público (amigos y familiares a falta de abuelas para llenar una sala). Entonces entendí la clara relación entre la supervivencia y la poesía de un modo tan perverso como sólo el hombre puede crear: sobrevivir a los tiempos, perdurar en la memoria.

Obviamente, en los casos a los que me refiero, esto no ocurrirá.

Continuará.

Alberto D. Centeno

Alberto D. Centeno comienza a relacionarse con la cinematografía en 2003, compaginando sus estudios de fotografía con la participación en proyectos audiovisuales, en el equipo de iluminación. Comenzó trabajando como director de fotografía de una unidad durante más de 600 capítulos en una serie de ficción para la televisión andaluza.

Desde 2006, ha trabajado con el director Ádel Kháder en diversos proyectos: spots, vídeo-clips y cortometrajes, como 'La bohème' e 'Inseparables (Madrid)', en vídeo, y 'Reconciliación', primer cortometraje en 35 mm para ambos. En 2008 trabaja con el director mexicano Pablo Olmos Arrayales, con quien realiza varios vídeo-clips para Universal Music, antes de irse a Barcelona en 2009 a continuar sus estudios realizando el Máster en Dirección de Fotografía Cinematográfica en ESCAC. Con el director Alonso J. Luján, rueda el exitoso vídeo-clip 'Made of Wood', de Aaron Thomas. También ha colaborado con el director Borja Crespo en la grabación de un vídeo-clip benéfico por Haití, 'Ay, Haití', cuyos beneficios se destinan a la reconstrucción del país.

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