opinión

26.02.2016

Preparando el día O - Guía práctica para seguir los Óscar o cómo sobrevivir a una madrugada de insomnio - Capítulo 3

por Andrés Robles

Y continuamos para bingo. Sí, lo sé, no me lo digan. A estas alturas están hasta la coronilla de mí -suele pasarme- y del muñequete dorado. Pero no desesperen porque este es el tercer y último capítulo y ya sólo nos queda darle un repaso a las tres películas con opciones reales de alzarse con la victoria en la octogésima octava edición -ochenta y ocho para los amigos- de los premios de la Academia. Óscar, allá vamos.

La gran apuesta (Adam McKay)

El final de la burbuja inmobiliaria y el consiguiente colapso de la economía mundial son aprovechados por un grupo de espabilados con más paciencia que el resto, cuyo objetivo no es airear la mierda de Lehman Brothers y compañía sino sacar tajada de ella.

A caballo entre Inside job -aligerada en su paso a la ficción- y un Lobo de Wall Street sin cocaína -ni en pantalla, ni para el equipo-, la de McKay es comedia cínica y de vocación macarra, cuyo estilo visual y juguetón recurre a continuas rupturas de la cuarta pared para explicarnos como a tontos qué son las subprimes, CDOs y demás jerga financiera.

Se ve beneficiada por un montaje dinámico que hace más llevadero su holgado metraje y un reparto de relumbrón -Christian Bale, Steve Carell, Ryan Gosling, Brad Pitt, Melissa Leo... Y Marisa Tomei, que de relumbrón poco pero es buena muchacha-. Sin embargo y pese a su buen pulso, es tal el galimatías que relata, tal la profusión de datos farragosos, que al menos un servidor no pudo por más que sentirse abrumado -sospecho que esa era la intención- y acabó desconectando.

Otras nominaciones (4): montaje, guión adaptado, actor de reparto -Christian Bale- y director.

¿Posibilidades de victoria? Sinceramente yo no daba un duro por ella, pero como ya vimos, el hecho de haber ganado el premio del sindicato de productores ha reforzado bastante su candidatura. Si durante la gala ven que se lleva los Óscar a montaje o guión, no lo duden, suyos serán también los de director y película.

Spotlight (Thomas McCarthy)

Basada en hechos reales, Spotligth recoge la investigación llevada a cabo por un equipo de reporteros del Boston Globe -encabezados por el otro "renacido" de esta edición: Michael Keaton-, que consiguieron destapar innumerables escándalos de pederastia cometidos durante décadas por sacerdotes católicos y su sistemático ocultamiento por parte de la archidiócesis de la capital de Massachusetts -si, como yo, son andaluces y consiguen pronunciar este nombre rápido, les doy el Óscar de plastiquete que tengo en casa-.

La candidata perfecta para compartir un programa doble con El club (Pablo Larraín. Chile, 2015) es un homenaje al cine periodístico de los setenta y a Alan J. Pakula y su Todos los hombres del presidente en particular. Ritmo sosegado pero certero y ascetismo visual ?tanto que su realización ha sido (erróneamente) tildada por algunos de televisiva? para reflejar el día a día de los plumillas y las presiones y amenazas veladas con las que suelen operar los poderes fácticos de una pequeña ciudad.

Otras nominaciones (5): montaje, guión original, actriz de reparto -Rachel McAdams-, actor de reparto -Mark Ruffalo- y director.

¿Posibilidades de victoria? Ha sido la favorita del gremio de actores -el más numeroso entre los votantes de la Academia- y sigue siendo mi apuesta personal por más que el final de la carrera se esté decantando hacia Iñárritu. Si se cumplieran mis sospechas, su pírrica victoria tendría que ser acompañada por alguna otra estatuilla y, dadas sus pocas posibilidades en montaje y director -McCarthy, ya digo, desaparece totalmente en aras del relato-, podría arrebatarle el premio al guión de Del revés, una injusticia flagrante que me haría echar espuma por la boca -de madrugada, en pijama y con carita de sueño. Fíjense ustedes qué plan- y darle a Ruffalo su primer Óscar por poner la boca torcida y estar en una película totalmente distinta al resto de sus compañeros de casting.


El renacido (Alejandro González Iñárritu)

Historia de venganza en la Norte América de principios del XIX, que toca de soslayo el genocidio de los nativos -aunque aquí, ojo-cuidao, los verdaderamente malos son los franceses-. Leonardo DiCaprio es Hugh Glass, un trampero que tras ser atacado brutalmente por una osa, es abandonado a su suerte por uno de sus compañeros -Tom Hardy-.

Apabullante a nivel técnico, su realización es tan, tan increíble que hasta llega a entretener de lo que está contando. Y es que lo conseguido por el tándem Iñárritu-Lubezki usando sólo luz natural, hace que el plano secuencia de Birdman parezca un trabajo de fin de carrera. Sin embargo, pesa un poco su extenso metraje y hay en la cinta una carencia total del factor emocional, que provoca que acompañemos al protagonista como quien está viendo un documental de supervivencia en condiciones extremas.

Otras nominaciones (11): sonido, efectos sonoros, efectos visuales -para esa osa tan auténtica que aún no tengo claro si es CGI, un señor disfrazado o directamente un bicho de verdad pegándole la paliza a DiCaprio realmente, cosa que viniendo de Iñárritu no me extrañaría un pelito-, maquillaje y peluquería, vestuario, diseño de producción, fotografía, montaje, actor de reparto -Tom Hardy... Y no, no tengo nada que ver con esto-, actor protagonista -¿de verdad hace falta que les diga quién?- y director.

¿Posibilidades de victoria? Si estuviéramos en otro año, no tendría duda alguna: El renacido sería la absoluta vencedora. Sin embargo y pese a que el DGA, el BAFTA y el Globo de Oro me quiten la razón, me cuesta muchísimo ver a Iñárritu volviendo a subir al escenario tras llevarse el gato al agua la edición pasada. Tampoco parece probable, dado el corte de película del que hablamos, que la cinta salga airosa sin su director refrendando dicha victoria. O se lleva los dos, dejándome con un palmo de narices y haciendo que el mexicano del ego descomunal emule una hazaña sólo lograda por John Ford -que ganó de seguido en 1940 y 1941? y Joseph L. Mankiewicz -que hizo lo propio en 1949 y 1950-, o no se lleva ninguno de ellos.

Por lo demás, Leo podrá alardear de estatuilla en su orgía postceremonia y España respirará tranquila -que miren que estamos pesados-. Su epatante apartado técnico es el único que podría aguarle la fiesta a Mad Max y tampoco sería nada raro ver a Emmanuel Lubezki recogiendo su tercer Óscar consecutivo tras los de las fotografías de Gravity y Birdman.

Y hasta aquí, amigos, el repaso a las ocho candidatas a mejor película. La madrugada del 28 al 29 verán como mis predicciones se van al traste, pierdo el poco crédito que tengo e Iñárritu se vuelve a casa más contento que Marisol en la feria de Málaga. Hasta entonces, saludos cordiales.

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Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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