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11 de julio de 2013

El realismo de Superman

por Sigfrido Gross


Desde el momento que todos supimos que Christopher Nolan, ese británico de buenos modales, carita redonda, iba a hacerse cargo de la producción e iba a apadrinar la nueva película sobre Superman -el héroe de todos los superhéroes-, pensamos que Warner había dado en el clavo. Que si a alguien debía encomendársele dicha tarea, Nolan era la persona adecuada.

No siempre las obviedades son hechos, ni las certezas son ciertas. Así piensa uno tras salir de la proyección de El hombre de acero, dirigida por Zack Snyder. El realizador elegido por Nolan y Warner para tan ardua, complicada y aterradora tarea.

Superman es un personaje que pertenece, por encima de todo, al mundo del tebeo. Sus características funcionan en ese lenguaje tan concreto de una manera fascinante. Pero como cualquier historia -o personaje-, su idiosincrasia provoca que haya formatos en los que no funciona de la misma manera; y no sólo eso, sino que esas características no tienen la posibilidad de ser demasiado alteradas o, lo que se consigue, es tirar a ese personaje por los suelos.

Nadie debía esperar que El hombre de acero fuese a ser una historia con el cáliz oscuro y nihilista de la trilogía del murciélago. Si algo define a Superman, a parte de sus poderes casi ilimitados, es que su historia versa sobre la esperanza. Nunca cabría oscurecer su tono. Lo que sí podía hacerse, a riesgo de parecer ridículos, es tratar de hacer el relato lo más realista posible. Y eso es lo que David S. Goyer, guionista de Nolan en las pelis de Batman y experto en el mundo del cómic, decidió hacer bajo la supervisión de los dos directores.

Lo atractivo de un personaje como Superman no está en sus demonios interiores o sus dudas y miedos: está en todo lo contrario. En su inmediatez y seguridad. Es un personaje complicado, porque apenas tiene matices, y sería un error tratar de creárselos porque hundes lo que lo define. Superman no es invencible, pero si es inalterable. Se le puede hacer dudar, se le puede enamorar y se le pueden poner enemigos difíciles; pero no es alguien a quien le puedas poner en dilemas morales muy grandes. Bueno sí se puede, pero esos conflictos no le serán interesantes al espectador.


Todo lo (interesante) que se podía explotar en este personaje ya está hecho de manera magistral en Superman. La película (1978), donde se crearon las reglas de lo que es hoy día el cine de superhéroes y parte del cine de acción. Las continuaciones de la misma, muy conscientes de ello, llevaron al personaje por otros derroteros mas cómicos; el único género que soporta la alteración sin ningún sentido.

Elegir un tono realista era una opción arriesgada, y los cineastas responsables lo sabían. Sus elecciones son erróneas porque la película, al final, no sabes qué intenciones tiene. De algún modo, está estructurada como una película sobre contactos extraterrestres y, después, una historia sobre la madurez en lo que respecta a Kal-el.

El hombre de acero arranca en Krypton, tratando así de crear un pasado y una base para el personaje del villano, en este caso Zodd -al que ya diera vida Terence Stamp en Superman II-. Pero tal principio resulta aburrido, largo, tedioso e inútil. Gratuito. Todos sabemos que Superman viene de allí y, además, no encaja con ese tono realista que quieren darle a la historia. Más sentido hubiese tenido mantener ese pasado oculto al público hasta la aparición de Zodd en la tierra, así, el espectador toma el punto de vista de Clark/Superman. De todas maneras, incluso así, el tono hubiese pinchado.

Hay escenas que recuerdan a momentos de otras películas, pero sin conseguir ser nada cinemáticas. Así, por ejemplo, tenemos secuencias que recuerdan a Matrix, a Independence Day e, incluso, a Mars Attacks!. Secuencias mal metidas, tratadas desde un realismo que no encaja, que chirría. Que, aunque esté conseguido, no es el tono que hace de Superman algo interesante, todo lo contrario.

Henry Cavill, el nuevo hombre de acero, es un actor plano, aburrido y extremadamente soso. Eso sí, clembuterado hasta el culo, con unos pectorales en los que podría jugarse un partido de fútbol. Al ser un Superman como el que han elegido, Cavill no tiene toda la culpa. Su personaje, ya en papel, aburre. No funciona.


Lo bueno del Superman de Christopher Reeve es que era completamente único. Era un icono desde el papel; era las traslación a cine perfecta de un personaje imposible. Y, si es así, la tarea del guionista es llevar esos extremos a las constantes del cine y no tratar de cambiarlas, porque te cargas su mitología.

La película está magníficamente hecha. Su realización es muy buena y sus efectos especiales te dejan con la boca abierta. A pesar del magnífico elenco, ninguno despunta especialmente; ni siquiera Michael Shannon en un papel realmente jugoso como el del General Zodd. Y eso que Shannon es un experto en sorprender al público con sus exagerados papeles de antagonista en películas como The Iceman o Sin frenos.

De algún modo, Superman tiene una historia muy similar a la de Goku. Los dos son extraterrestres sin saberlo, fueron mandados a la tierra de un modo muy parecido antes de la destrucción del mismo, ambos fueron criados por gente mayor que los encontró, ambos son conscientes de que no son normales, ambos descubrieron su pasado por la visita de alguien de su planeta que viene con malas intenciones a la Tierra y ambos se alzan como salvadores de la misma... Todo esto y más acercan a dos de los personajes más poderosos de la historia de la ficción.

Todos estos reinicios de personajes icónicos (Batman, Spiderman, James Bond...) que han surgido en los últimos años tienen intenciones muy claras (y legítimas) basadas en el conseguir un personaje con el que crear una franquicia millonaria. Veamos qué ocurre con Superman, que está siendo un éxito a pesar de todas sus carencias. Si el público responde, por algo es, y es que el público está por delante de todos y siempre tendrá razón. Y esto es así.

Quizás lo que más me gustó de la película fue el final, que es lo que más se parece a las antiguas películas del superhéroe. Su escena de llegada al Daily Planet tiene mucho encanto y confirma que El hombre de acero iba al contrario que Batman Begins.

Si el film de Nolan trataba sobre cómo Bruce Wayne se convertía en Batman, la película de Snyder cuenta cómo Superman se transforma en Clark Kent.
  • El hombre de acero

  • Título original:
    Man of Steel

  • Dirección:
    Man of Steel

  • Año de producción:
    2013

  • Nacionalidad:
    USA

  • Duración:
    143

  • Género:
    Acción, fantástico, ciencia-ficción

  • Fecha de estreno en España:
    2013-06-21

Sigfrido Gross

Sigfrido Gross nace en Málaga el 25 de junio de 1984. Su padre lo lleva, desde muy pequeño, a ver todo tipo de películas: desde cine de animación, a Las Tortugas Ninja o desde Batman a reposiciones del cine de Sam Peckimpah.

A parte del consabido trauma perpetuo e irreversible debido a ver cintas como Conocimiento carnal, Akira o Grupo salvaje, Sigfrido también adquiere una profunda e incontrolable pasión por el cine. De todas las épocas y géneros.

Tras estudiar el Bachillerato artístico y algo de fotografía, comienza estudios de Realización de Audiovisuales. Igualmente recibe un curso de guión en la ECAM, el cual le impulsa a profundizar un poco más en la escritura y estudia 3 años de narrativa cinematográfica en la Escuela Audiovisual del Mediterráneo.

Realiza su primer cortometraje, Residuos, que gana un premio a dirección novel en NexoSur y es rechazado en varios festivales por ser considerado 'muy violento'.

Escribe para varios medios de la web artículos sobre cine en todas sus facetas, cosa que alterna con la escritura y corrección de guiones. Para terminar la minibio, digamos lo que siempre se dice: "está trabajando en el que será su próximo cortometraje".

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