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20 de mayo de 2013

Objetivo sin objetivo

por Valentín Carrera


Me traicionó el entusiasmo. Vi en el título las palabras Casa Blanca y me dije: "Vamos a ver esta película, seguro que algo puedo sacar en limpio". Vi el reparto (Morgan Freeman, Aaron Eckhart, Gerard Butler, Asheley Judd, Melissa Leo, Angela Bassett, Robert Foster, Rick Yune...) y me dije: "Algo bueno tienen que salir de unir tanto talento". Vi la cartelera de las últimas semanas, meses más bien, y me dije: "Es el momento de poner fin a mi retiro de las salas y pasar de nuevo por taquilla para encerrarme un par de horas en la sala oscura". Pero me traicionó el entusiasmo.

Objetivo: la Casa Blanca es un intento perfectamente prescindible de hacer un cine de acción supuestamente civilizado. Lejos de escenarios exóticos y sin personajes marginales. Estamos ante un héroe de carne y hueso. Uno que está muy lejos del esteta Bond. Este sangra, se duele y no tiene un mueble bar al alcance de la mano. En eso se parece a Bourne, pero no tiene las taras de su entrenamiento deshumanizado ni las afecciones de su cabeza. Mike Banning tiene cosas de aquel Frank Horrigan que Clint Eastwood inmortalizó hace 20 años y del John Mc Clane que Bruce Willis se calzó hace 25 (por primera vez).

Le queda a Butler algo del Leónidas de 300 pero sin el regusto gay de la versión que Zack Snyder hizo del cómic de Frank Miller. Si bien es cierto que en este caso, Mike Banning está más sólo que la una. Ni 300, ni 150, ni nada de nada. Es uno de esos héroes solitarios que salvan el honor, su país y la humanidad porque es lo que tiene que hacer y porque tiene una deuda pendiente en una bocacalle en la que confluyen su corazón y su cerebro. Este Butler no tiene arengas históricas pero sí una colección de réplicas atinadas. Concentra su interpretación más en el rostro que en el resto del cuerpo. Y no sale mal parado.


La verdad es que la mayor parte de los actores cumplen la función. Un poco encajados en railes predefinidos pero cumpliendo de largo las expectativas. Sólo a Eckhart se le ve incómodo en su papel desde el primer momento. Fuera de sitio. Y no es menos cierto que Rick Yune echa de menos el maquillaje que le ayudaba a hacer creíble el Zao de Muere otro día, con el que guarda demasiadas similitudes.

¿Qué falla, pues, en Objetivo: la Casa Blanca? Falla el guión y falla la dirección. Ambos de forma estrepitosa. Por más que se empeñen, el relato es un encaje de piezas de puzzles distintos que no arrojan ninguna imagen coherente. Todos los elementos son previsibles. Todas las puertas que se abren se sabe a dónde conducen antes de que las abran. No hay margen para la sorpresa. Sólo descoloca al espectador el prólogo de la cuestión. Pero ahí se descubre el truco y se acaba la emoción. El resto es dejar correr los minutos para llegar a un final previsible, chiste final y discurso patriotero incluidos.

Falla Antoine Fuqua por su brocha gorda, desde ese mismo prólogo. Nos deja la duda de si el accidente de tráfico es también provocado por los coreanos para preparar la intervención de 18 meses después. Nos deja la duda de si entre Banning y la primera dama hay algo subterráneo. Y nos deja la duda de cuál es la causa de que el jefe de seguridad de POTUS instruya al hijo del presidente en los entresijos de la seguridad de la residencia. Demasiadas dudas al dibujar los antecedentes.

Pero lo peor de todo es que no te permite identificarte con el héroe protagonista. Imperdonable. En realidad, no te permite identificarte con ninguno de los protagonistas, lo que te obliga a permanecer como un espectador pasivo, cada vez más desinteresado por el conjunto de lo que ves. No termino de entender por qué esta gente que hace películas no se toma la molestia de revisar los clásicos. Ahí podrían aprender a dibujar a los personajes con cuatro trazos y su relato ganaría. Incluso la acción precisa de personajes bien dibujados que actualmente se descuidan demasiado.


Los efectos especiales no están mal, pero ya los hemos visto mucho mejores y con más cuidado por los detalles así que ni siquiera eso tiene un pase. Así que me pregunto, ¿qué han visto estos actores en este guión para subirse al proyecto? Lo desconozco y no lo comprendo. Como no comprendo hasta dónde puede llegar el descuido de los responsables de la versión española. No lo digo sólo por la falta de cuidado al seleccionar las voces para el doblaje, algunas claramente inapropiadas o desajustadas, o las dos cosas. Es que no se ha cuidado ni la traducción.

Nos presentan al personaje de Morgan Freeman como el portavoz, cargo que existe en el poder legislativo de EE UU. Pero, a medida que avanza la acción, descubrimos que en realidad estamos ante el Presidente del Congreso. No es una cuestión menor, toda vez que el speaker (de ahí la confusión de los traductores) es la tercera autoridad del país, tras el Presidente y el Vicepresidente. Pero ese, seguro, es un detalle menor para los responsables de una película que no están preocupados por los detalles.

Hay más cosas incomprensibles, como la debilidad congénita del Presidente en todas y cada una de las escenas. Como la aparición de nuevas líneas argumentales que se diluyen sin explicación o que afloran sin criterio a lo largo de la trama. Paradigmática la presentación de la mujer de Banning y sus sucesivas escenas. Como la importancia del personaje del hijo del Presidente que abandona el relato sin que nadie lo eche de menos, ni siquiera los malos que habían condicionado buena parte del éxito de su plan a ese crío. O como el afloramiento de un feminismo que no viene a cuento en el personaje de Melissa Leo cuando le piden su clave de Cerverus. Aaron Eckhart cae todo lo bajo que puede en esa escena y ya no hay margen para más.

Lo dicho. Creo que me traicionó el entusiasmo. Y lo lamento. No está el momento para desperdiciar un par de horas y 10 euros de esa manera.
  • Objetivo: La Casa Blanca

  • Título original:
    Olympus has fallen

  • Dirección:
    Olympus has fallen

  • Año de producción:
    2013

  • Nacionalidad:
    USA

  • Duración:
    119

  • Género:
    Acción, thriller

  • Fecha de estreno en España:
    2013-05-10

Valentín Carrera

Desde la República Independiente de El Bierzo me fui a Galicia y he terminado en Madrid. Estudié Periodismo, luego hice Políticas y acabo de terminar un posgrado en Community Manager y Social Media.

Desde hace casi 20 años trabajo en Telemadrid donde empecé de becario y ahora sigo como redactor (entre medias he sido redactor, editor de informativos, redactor jefe y subdirector de informativos y responsable de contenidos para Canal Metro). Me apasiona la tele, el periodismo y la política. Procuro estar al día en nuevas tecnologías, redes sociales y demás.

Hace un par de años que soy vocal de la Junta Directiva de la Academia de Televisión donde he tenido la suerte de participar en la Comisión Organizadora de El Debate de 2011 entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba y de dirigir las 2 últimas ceremonias de entrega de los Premios Iris.

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