treintaycincomilimetros

2 de septiembre de 2013

The purge: esperando el remake

por José Manuel Albelda


Sé bien que las siguientes palabras que escriba podrían levantar ampollas entre los puristas del género de zombis, palabras que podrían granjearme su eterna enemistad, pero, aún a riesgo de escandalizar, voy a atreverme. Pienso lo siguiente: El amanecer de los muertos (Dawn of the dead , 1978) que dirigió George A. Romero me parece infame, pero el remake que de esa misma película realizó Zack Snyder en 2004 es, para mí, sublime.

Dicho está.

Más allá de las diferencias estéticas entre una y otra cinta y de lo mucho que ha llovido dentro del género de zombis en el lapso que separa a ambas obras, lo que sucede básicamente es que una película, la de Snyder, asusta de verdad, pero la otra, la de Romero, mueve a risa. Y eso que ambas cuentan básicamente lo mismo: la supervivencia de un puñado de personajes heterogéneos obligados a cooperar para sobrevivir dentro de un centro comercial rodeado de cadáveres vivientes. Es una cuestión de atmósfera, supongo, lo que a una cinta le otorga credibilidad y a otra se la resta. Porque la genuina magia (negra) que contenía La noche de los muertos vivientes de Romero, en mi opinión, se disipó para siempre en las subsiguientes franquicias del maestro hasta rayar en lo ridículo, y no fue recuperada hasta que, primero Danny Boyle en 2002 con 28 días después, y más tarde Snyder en 2004 con El amanecer de los muertos, retomaron las riendas del género y pusieron orden.

Yo creo que una gran idea no tiene por qué convertirse necesariamente en una buena película. Es lo que pasó exactamente con El amanecer de los muertos de Romero, que contenía de una excelente ocurrencia argumental que degeneró en un disparate fílmico. Sin embargo, no todo se perdió, porque aquella idea, aunque malograda en primera instancia, siguió ahí, quietita, latente, esperando a que alguien con talento la hiciera fructificar.

¿Por qué les cuento todo este prolegómeno en una crítica que versa sobre The purge (James DeMonaco, 2013). Pues porque pienso de ella lo mismo que de El amanecer de los muertos. La excusa narrativa en la que se sustenta la película de DeMonaco -una hipotética sociedad distópica que consiente que en una única noche del calendario esté permitido el asesinato impune con tal de que los ciudadanos suelten su mala sangre y se contengan las estadísticas de criminalidad durante el resto del año- me parece “la idea del millón de dólares”. La película, en cambio, no.

Lo que ocurre es que la genialidad de un diamante argumental como éste no brilla siempre por el ángulo que desearía el espectador, destinatario final del mensaje, sino que discurre a su antojo, como por refracción lumínica, desviándose hacia donde no debiera, por imperativos de los productores, por la propia impericia del director o de los guionistas, y también -lo que es aún peor- por pereza de unos y otros.


Y eso que The purge empieza fuerte. Muy fuerte. Con una compilación de imágenes de violencia ¿real? grabadas por cámaras de videovigilancia; se explica en qué consiste “la purga”, el sangriento ritual colectivo gracias al cual los padres de la Nación han refundado unos nuevos Estados Unidos de Norteamérica. Nos encontramos en el año 2022, y James Sandin (Ethan Hawke), un anodino padre de clase media-alta que se ha forrado vendiendo sistemas seguridad destinados a blindar domicilios, regresa en coche del trabajo al atardecer, pocas horas antes de que comience una nueva edición de “la purga”, la noche de las bestias, la velada del odio en que cualquier acto de violencia no sólo está permitido sino que, inclusive, está bien visto. Si esto no es una firme base para el comienzo de una buena distopía...

Lo que ocurre es que según vamos conociendo a los principales personajes de The purge, a Mary (Lena Headey), la esposa de James, pero sobre todo a los hijos del matrimonio, Charlie y Zoey, insufribles estos últimos, el interesante dibujo de la situación inicial se va transformando en caricatura de caracteres estándar de película de terror al uso, y la colección de situaciones tópicas empieza pronto a resultar irritante. Sinceramente, creo que la película hubiera ganado si se hubieran escrito papeles para un matrimonio sin hijos, porque en esta ocasión la pareja de chavales estorba a la fluidez del argumento, y mucho.

Se ha comparado a The purge con el Funny Games de Haneke (con el primer Funny Games , el del 97, porque para mí, en este caso, el "autoremake" de 2007 no cuenta). Lo siento mucho, pero ya quisiera el pobre DeMonaco tener una puesta en escena la mitad de espeluznante que la de Haneke. Si lo pensamos bien, la principal violencia que explicita Haneke es más psicológica que física, al contrario que DeMonaco, que se despacha a gusto bien pronto y cae en el recurso fácil de mostrar en primer plano lo que mejor hubiera quedado únicamente sugerido. Sí que recuerda The purge a dos obras irregulares, aunque turbadoras, como son La habitación del pánico de David Fincher y Los extraños de Bryan Bertino: a la primera, por el escenario único y claustrofóbico en que se centra la acción, y a la segunda, por el macabro juego de máscaras en plan Eyes Wide Shut en el que se sustenta la espeluznante iconografía de los intrusos que amenazan la tranquilidad del domicilio familiar.

El recuerdo de Peckinpah y su Perros de paja y su reflexión sobre la violencia humana también palpita a intervalos, aquí, allá, escaleras arriba o abajo, durante ciertos momentos del metraje de The purge, pero cuando Peckinpah reverbera a través de DeMonaco lo hace de una manera tan tenue, tan pálida y distorsionada, que es mejor no hacer comparaciones de montaje, de mensaje ni de atmósfera con el storyboard en la mano entre ésta y aquella película, por pura piedad.


Como tampoco queremos hacer spoiler de los recovecos de la trama, llena de resortes más o menos previsibles, señalaremos únicamente que The purge hubiera crecido -y mucho- si el guión (escrito a pulso por el propio DeMonaco) se hubiera explayado más en explicar cómo es esa supuesta sociedad americana del año 2022 cuya estabilidad reside en que se produzca esa siniestra catarsis colectiva, anual y nocturna, consistente en una explosión de sangre en la vía pública. Sí es de agradecer que el director no haya caído en la tentación de incorporar superfluos efectos espaciales en el diseño de producción de esta distopía futurista, a la manera de los Elysium u Oblivion, algo que sólo hubiera puesto palos en las ruedas al resultado visual final. Menos siempre es más.

Hay mucha oscuridad -penumbras literales- en las secuencias de acción y tensión de The purge. ¿Es esto bueno? ¿Es malo acaso? ¿Consigue DeMonaco con este recurso arriesgado crear mayor angustia, o sólo salva los muebles de la puesta en escena de la manera más cómoda posible? No lo tengo claro, lo confieso, aunque ya les anticipo que es preferible visionar The purge en una sala comercial que vislumbrarla en un monitor casero de televisión, por mucho contraste y mucha circuitería digital que incorpore al aparato. Corremos el riesgo de no atisbar un pimiento.

Eficaz y correcta, por otra parte, la partitura musical de Whitehead y las secuencias más naturalistas de la fotografía de Jacques Jouffret, no así las iluminaciones y texturas más forzadas. Tampoco son como para tirar cohetes algunos detalles de los decorados, un pelín artificiales para mi gusto.

En conclusión: vuelvo a lo que les decía al principio. The purge asusta, pero sólo a medias. Lo que acongoja es el planteamiento; no, desde luego, el nudo, y menos aún el desenlace. Por eso, puestos a pedir, rogaría que nadie sucumbiera a la tentación inminente de una secuela de The purge... Lo que me encantaría es que en el futuro alguien con el talento de un Brad Anderson, por poner un ejemplo, se levantara de la cama con el pie derecho y, tal vez dentro de diez o de quince años, ese alguien retomara la idea de “remakear” esta cinta, The purge, para rizar el rizo, al estilo de cómo lo hizo Snyder en El amanecer de los muertos. A ver qué pasa.
  • The purge: La noche de las bestias

  • Título original:
    The purge: La noche de las bestias

  • Dirección:
    The purge: La noche de las bestias

  • Año de producción:
    2013

  • Nacionalidad:
    USA

  • Duración:
    86

  • Género:
    Thriller

  • Fecha de estreno en España:
    2013-07-12

José Manuel Albelda

José Manuel Albelda nació en Madrid en el año del estreno de THX1138, "Muerte en Venecia y La naranja mecánica. Es periodista y está especializado en la dirección de documentales y reportajes de largo formato. Ha presentado y dirigido programas radiofónicos de crítica de cine y disecciona la Historia del Séptimo Arte en decenas de rebanadas dentro del blog La vuelta al cine en diez películas.

Ha impartido cursos y masters en varias universidades de Madrid y actualmente es miembro de la Academia de Televisión. Ha escrito, dirigido y estrenado un par de obras de teatro, El casting y La película de tu vida, y desde 2001 (es casualidad la fecha, coincidente con el nombre de su película favorita) compone bandas sonoras para cortos y cabeceras de televisión. Actualmente está escribiendo una novela titulada El paciente cinéfilo.

Kubrick, Wenders, Tarkovski, Ozu, Kurosawa, Dreyer, Truffaut, Hitchcock, Ford y Lang, le han enseñado a desconfiar de la impostura en el Séptimo Arte y a discriminar la paja del grano.

Ama el sonido de su Fender Stratocaster casi con la misma intensidad que La palabra, Los siete samuráis y La delgada línea roja.

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