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8 de octubre de 2016

Un monstruo viene a verme

por Andrés Robles

Sin querer ponerme estupendo, debo confesarles que no frecuento la parrilla de la “cadena amiga” y sus agregadas. No me malinterpreten, no es que me lleve todo el día leyendo a Tolstói, pero me importa un bledo la vida de Belén Esteban y evito tener pesadillas con las andanzas de alcoba de Paquirrín. Es por ello que, aunque no albergo la más mínima duda de que Telecinco Cinema ha echado mano de toda su artillería pesada para promocionar Un monstruo viene a verme, no controlo el tratamiento que se está dando a dicha promoción. En cualquier caso y como sospecho el cariz que puede tener, me parece adecuado comenzar con una advertencia: el tercer film de J.A. Bayona no es para nada una película familiar sobre un niño y un ser imaginario.

Basada en la novela de Patrick Ness, a cuyo cargo también corre la adaptación, la cinta pone el broche de oro a la trilogía no oficial sobre las relaciones materno-filiales del catalán, un tipo difícil de catalogar por no ser un autor al uso, pero tampoco un simple artesano que se ponga al frente de cualquier cosa -al menos hasta ahora que aún no se ha consumado su devaneo jurásico-. En sus tres trabajos estrenados ha demostrado contar con una extraordinaria capacidad para seleccionar historias que le permitan desarrollar sus intereses, y ha compuesto una filmografía que, pese a transitar por géneros tan distintos, tiene un poderoso nexo de unión y es insólitamente coherente.

El orfanato no era un largometraje de terror ni Lo imposible uno de catástrofes. Y de igual manera Un monstruo viene a verme no es un film fantástico, sino un drama adulto y devastador. Una conmovedora parábola sobre cómo afrontar la enfermedad de un ser querido que consagra a Bayona como el mejor narrador visual que tenemos en España.

Bastante más depurada que antes -cuando uno casi podía notar el dedo del director hurgándole el lacrimal-, su capacidad para emocionar es indiscutible del mismo modo que lo es su talento para armonizar todos y cada uno de los elementos que intervienen en su obra. De la magnífica banda sonora de Fernando Velázquez a los espectaculares efectos CGI, del lujoso diseño de producción a la preciosista fotografía de Oscar Faura. Todo casa a la perfección y está al servicio de un relato en el que resulta imposible no empatizar con su joven protagonista ni quedar arrasado en lágrimas cuando llega el momento de su catarsis porque, quien más quien menos, todos hemos experimentado alguna vez el mismo cúmulo de sensaciones enfrentadas.

Y llegarán los que, con mala baba, vuelvan a comparar al realizador con el maestro Spielberg, tildando a ambos de sensibleros y melodramáticos. Qué le vamos a hacer, hay gente que está muerta por dentro. Sin embargo tienen toda la razón en una cosa: tanto el uno como el otro saben dar espectáculo sin renunciar al corazón, conectar con gran el público por medio de sentimientos universales. Y digo yo, ¿acaso no es eso lo que hace grande al cine?
  • Un monstruo viene a verme

  • Título original:
    A Monster Calls

  • Dirección:
    A Monster Calls

  • Año de producción:
    2016

  • Nacionalidad:
    España

  • Duración:
    108

  • Género:
    Drama, fantástico

  • Fecha de estreno en España:
    2016-10-07

Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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