crónica

18.09.2015

Concheando. Crónicas desde San Sebastián

por Andrés Robles

A ver... permítanme un momento... Vale, ya lo veo. Ese pelazo sólo puede ser el suyo y además está sentado en su esquinita de siempre...

Ahora sí. Que suene la fanfarria. Localizado Pumares, puede dar comienzo la sexagésimo tercera edición del Festival de San Sebastián, o dicho de otro modo, esa maravillosa semana de nueve días en la que servidor sólo deja de ver cine para dormir o comer pintxos -correcto, han acertado. Esta última frase no aporta nada. Ni siquiera está ahí para hacer bonito. Su único cometido es permitirme imaginar sus caritas verdes de envidia, que alguna alegría me tendré que llevar de todo esto, digo yo-.

Andrés Robles
Andrés Robles

Como ya habrán sospechado, este año, en un alarde de originalidad y sadismo -esto último para con ustedes, claro-, los responsables de esta casa me han encomendado hacer una crónica diaria de mis andanzas por tierras donostiarras. Por recato, me limitaré a comentar las películas que vaya viendo y obviaré en ella los detalles más íntimos. O no, ya veré, porque les aseguro que como a Tom Hardy le dé por venir a presentar London road (Reino Unido, 2015), hago todo lo posible por quedarme encerrado en un ascensor con él y no va a haber rombos suficientes en el mundo para poder catalogar el texto.

Mi intención -en lo laboral, me refiero- es abarcar en la medida de lo posible las múltiples secciones de las que se compone esta locura, pero al no tener aún perfeccionado el don de la ubicuidad, trataré de centrarme por ustedes en la oficial que, supongo, es la que puede despertarles mayor interés -para que vean que soy buena gente-. Diecisiete cintas, más otras cinco fuera de concurso, que competirán por la Concha de Oro, y de las que pueden ir anotando Sparrows (Islandia - Dinamarca -Croacia, 2015) y Xiang bei fang (Regreso al norte) (China, 2015). Son las dos que por estrecheces del horario no podré ver, y dado mi ojo clínico con los palmareses -sí, ya lo sé. Suena raro pero se escribe así, que le he preguntado a María Moliner-, seguro que acaban rascando algo. Con todo, parece que los platos fuertes de este año son Truman (España - Argentina, 2015), Sunset song (Reino Unido - Luxemburgo, 2015) y High-rise (Reino Unido, 2015), mientras que la apuesta por el cine vasco, tras el buen sabor de boca dejado por Loreak en la edición anterior, es Amama (España, 2015).

Aunque, como no sólo de Sección Oficial vive el hombre, personalmente también espero con impaciencia el estreno mundial de Regresión (España - Canadá, 2015) y los pases de Anomalisa (Estados Unidos, 2015) -lo nuevo de ese genio loquísimo que es Charlie Kaufman -, Son of Saul (Hungría, 2015) -film sobre el Holocausto que ya lo petó en Cannes y que posiblemente se convierta en el próximo Oscar a la mejor película extranjera-, El clan (Argentina - España, 2015) -nueva coproducción de los Almodóvar en tierras porteñas tras la inmensa Relatos salvajes- y Desde allá (Venezuela - México, 2015) -flamante León de Oro en la pasada Mostra de Venecia-.

Sin más, les dejo por ahora. Hoy me esperan Amenábar, dos nuevos directores y unos taiwaneses con los que probablemente me eche una cabezadita. Después les cuento.

Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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