crónica

27.03.2017

Crónicas malagueñas 2017. Viernes, clausura y palmarés

por Andrés Robles

Acaba el Festival de Málaga confirmado que lo de "cine en español" era una buena idea. La apertura de la sección oficial a otras nacionalidades multiplicaba la oferta y permitía una selección más exhaustiva que ha elevado el nivel medio muy por encima del de ediciones anteriores. Será momento ahora de replantearse diversos asuntos como la segregación del palmarés -conceder dos Biznagas atendiendo al origen de las candidatas es un sin sentido se mire por dónde se mire- o la programación de algunos pases y ruedas de prensa con embargo hasta el día siguiente, pero, tomando este como año de transición, es innegable que han habido más luces que las sombras y el balance general es notable.

Viernes y clausura

Antes de pasar a valorar el dictamen del jurado, es hora de cerrar el repaso a las películas proyectadas con las dos últimas a concurso y la encargada de clausurar el certamen.

No fuego como Kathleen Turner sino miedito era lo que servidor tenía en el cuerpo ante el debut en el largometraje de Eduardo Casanova. Al final la cosa no ha sido para tanto, y Pieles, que llegaba del Festival de Berlín con fama de provocadora, no es ni de lejos el circazo que me esperaba. De hecho ni siquiera me parece que tenga ese afán de provocar que se le achacaba y, pese a que los protagonistas de las distintas historias cruzadas que la componen estén marcados por la deformidad -exterior o interior-, uno tarda poco en familiarizarse con ellos y acaba por atender más al relato que a la rareza. Mayor problema tengo con la forma.


Entiendo que la cuidadísima estética -mucho rosa, mucho malva, mucho plano simétrico y mucho Wes Anderson- busque el contraste, pero tanto cargar las tintas en ese aspecto, entretiene y saca de lo narrado.

Y de una cinta osada aunque imperfecta, pasamos a otra tan canónica que se olvida con el último fundido a negro. Basada en la novela homónima de Julio Castedo, El jugador de ajedrez es un drama histórico que nos traslada a la París ocupada por los nazis de la mano de un ajedrecista falsamente acusado de espionaje. Producción acartonada a la que ni el guión del propio Castedo ni la dirección de Luis Oliveros consiguen dotar de la intensidad necesaria.

Finalmente, la clausura corrió a cargo de Señor, dame paciencia, comedia escrita y dirigida por Álvaro Díaz Lorenzo cuya premisa es sospechosamente parecida a la de la francesa Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho? por más que su autor sólo reconozca la influencia de Pequeña Miss Sunshine y Mejor... imposible. Sin ser nada del otro jueves, es entretenida, tiene un par de gags que funcionan e incluso termina resultando emotiva en determinados momentos.

Palmarés

La vigésima edición del Festival de Málaga pasará a los anales de la historia por un hecho insólito: prensa y jurado han estado de acuerdo. Tras el disgustazo del año pasado con Callback o la decepción de hace dos al ver ganar a A cambio de nada por encima de Techo y comida, en este la Biznaga de Oro española -ya les comenté antes el temita de la separación absurda- ha coincidido con la favorita de todos desde su proyección.

Verano 1993 está contada de manera tan inteligente y es tan sutil y conmovedora que muy pocos pensaban en una opción distinta. Tan sólo No sé decir adiós le hacía sombra y aparecía en algunas quinielas. No iban desencaminadas teniendo en cuenta los cuatro galardones que ha acabado rascando la ópera prima de Lino Escalera -Premio Especial del Jurado, guión, actriz para Nathalie Poza y actor de reparto para Juan Diego-.

En la parte iberoamericana la Biznaga ha ido a parar a Últimos días en La Habana, que también ha logrado el premio del público y el de mejor actriz de reparto para Gabriela Ramos. Aunque personalmente habría preferido una victoria de El otro hermano -ese thriller oscuro por el que Leonardo Sbaraglia ha sido escogido mejor actor-, no chirría la elección de este film con cierto aire a Fresa y chocolate.

El elección de Víctor Gaviria como mejor director por La mujer del animal -un trabajo indiscutible pese a lo reiterativo de su violencia- y la mención especial del jurado para Selfie -film original y fresco que habría sido redondo de haber estado más trabajado- cierran el repaso a los principales galardones. Para el resto léanse el listado correspondiente, que yo estoy deshaciendo la maleta y no me da la vida para poner lavadoras.

Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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