opinión

01.03.2018

El día O - Guía práctica para seguir los Óscar 2018 o cómo sobrevivir a una madrugada de insomnio - Capítulo 1

por Andrés Robles

Sí, ya sé lo que están pensando y tienen toda la razón. Cómo puedo tener la poquísima vergüenza de volver a hablar sobre los Óscar tras el bochorno del año pasado. Aquí estaba yo hace doce meses, lamentándome de la ausencia de sorpresas; dando por hecha una victoria arrolladora La La Land; imaginando un escenario en el que sus catorce nominaciones le reportarían, como poco, once estatuillas; mirando por encima del hombro -y ojo que eso con mi altura es complicado- a los que se atrevían a insinuar un posible triunfo de Moonlight...

Pero ocurrió. Por más que la momia de Warren Beatty tratara de salvar mi honra, callándose cual meretriz y endosándole un brownie con forma de sobre dorado a la présbita de Faye Dunaway, ocurrió.

Como ya nada se puede hacer y de poco sirve escudarse en lo inesperado de la situación, les pido encarecidamente que guarden sus piedras y den por terminada mi lapidación. ¿Acaso no saben aquello de que la ira lleva al odio? Pues eso. Vamos a ir dejando el lado oscuro para cuando nos vayamos de fiesta y centrémonos en lo que nos ocupa, la nonagésima edición de los Premios de la Academia.

LAS CANDIDATAS

Si por algo se caracterizan las nueve postulantes a mejor película es por la variedad de sus propuestas y por una calidad media bastante por encima de ediciones anteriores. Llega pues la hora de analizar sus posibilidades, no tanto en la candidatura reina -donde todo parece apuntar a una foto finish entre La forma del agua y Tres carteles en las afueras con Lady Bird siguiéndolas de cerca-, como en el resto de apartados a los que opta cada una:

Los archivos del Pentágono (Steven Spielberg)

Cinta basada en hechos reales que bien podría ser la precuela de Todos los hombres del presidente. Su principal problema, más allá de un primer acto bastante duro de roer, es que parece que Spielberg no tiene muy claro cuál de las dos historias que cuenta le gusta más, y tanto el relato netamente periodístico -la publicación por parte de The New York Times y The Washington Post de documentos gubernamentales clasificados que salpicaban a cuatro presidentes- como el de superación personal -la lucha de Katherine Graham, primera mujer editora del Post, por conseguir hacerse un hueco en un mundo eminentemente masculino- acaban anulándose el uno al otro.

Otras nominaciones (1): actriz principal (Meryl Streep).

¿Posibilidades de victoria? El hecho de que, siendo una cinta de época que podría haber arañado algo más en los apartados artísticos, la candidatura a mejor película esté únicamente respaldada por la nominación anual de Meryl Streep dice mucho de sus (nulas) posibilidades.

Al margen de esto y en relación a la protagonista de Los puentes de Madison, lanzo una idea que no es original ni mía -rara vez tengo de eso-, pero que va adquiriendo el estatus de medida urgente: no estaría de más que alguien en la Academia planteara la necesidad de crear el Óscar a la mejor Meryl Streep. Así el apartado de interpretación femenina volvería a ser un quinteto real y Glenn Close tendría posibilidades de lograr una estatuilla protagonizando el biopic de, adivinen, ¡Meryl Streep!

Déjame salir (Jordan Peele)

Imaginen un cruce de Adivina quién viene esta noche y Los padres de ella, producido por los creadores de Black mirror y dirigido por el primo negro de M. Night Shyamalan. Semejante Frankenstein les puede dar una idea bastante aproximada de este film que, bajo su entretenida mezcla de thriller y terror con tintes de comedia, esconde una inteligentísima sátira sobre el racismo y supone un tortazo con la mano abierta al demócrata estadounidense de clase media alta.

Otras nominaciones (3): dirección, actor principal (Daniel Kaluuya) y guion original.

¿Posibilidades de victoria? Quién le iba a decir al debutante Jordan Peele -y a nosotros, todo sea dicho- que su cinta llegaría hasta aquí. Su género y aparente ligereza son la antítesis de lo que tradicionalmente hemos contemplado como "peli de Óscar", y sin embargo ya ven, algo está cambiando -lleva ya tiempo haciéndolo- en la fábrica de sueños.

Posible aunque bastante improbable sería ver al afroamericano recogiendo la estatuilla al mejor director si los académicos piensan que un cuarto premio casi consecutivo para México es demasiado y le dan la espalda a Guillermo del Toro. Poco tienen que hacer también su guion pese a haber obtenido el WGA y Daniel Kaluuya por mucho que se le dé de cine poner los ojos bola y cara de "ay, mamá, de este jardín no salgo ni con Rotaflex".

El hilo invisible (Paul Thomas Anderson)

Historia de amor y dependencia entre un diseñador de moda y su musa que no cobra realmente sentido hasta sus últimos compases. Mucho más accesible que el resto de la filmografía de Paul Thomas Anderson, director que me suele gustar pero que de entrada me da una pereza infinita por ser más intenso la Streep en el teatrillo de fin de curso, la cinta juega constantemente con las expectativas del espectador que cree estar viendo un melodrama al uso por más que cada detalle retorcido le demuestre lo contrario.

Otras nominaciones (5): dirección, actor principal (Daniel Day-Lewis), actriz de reparto (Lesley Manville), vestuario y banda sonora.

¿Posibilidades de victoria? Llegó sin hacer ruido ni haber estado presente en el resto de la carrera, y sin embargo ha logrado seis menciones que bien podrían haber sido el doble. Otra cosa son los premios, y es que por más que merezca cada uno a los que opta, lo cierto es que sólo tiene posibilidades reales en el apartado de vestuario.

Call me by your name (Luca Guadagnino)

Posiblemente a ustedes les ocurra lo que a mí y sus primeros escarceos tengan más que ver con botellones en el parque y tontadas propias de la edad del pavo que con la épica rivalidad de Javi y Pancho por ser el galán de Bea en Verano azul, pero eso no quita para que en el cine los primeros romances y los amores de verano sean terreno abonado y acaben funcionando como un tiro. Call me by your name no es una excepción, y la relación que entablan el post adolescente Timothée Chalamet y el asquerosamente perfecto Armie Hammer derrocha sensualidad y delicadeza y supone una de las mejores producciones del año.

Otras nominaciones (3): actor principal (Timothée Chalamet), guion adaptado y canción.

¿Posibilidades de victoria? Si alguien me hubiera preguntado en septiembre, me habría jugado el euro y medio que tengo en el banco por ella. El devenir de la carrera, sin embargo, ha desinflado todas sus opciones con la honrosa excepción de James Ivory. Y es que, tras haber logrado el WGA, el Critics Choice Awards y el BAFTA, nadie duda de que su guion también se hará con el Óscar.

Termino de darles la brasa por hoy. Ánimo que ya sólo quedan cinco candidatas y la cosa viene cargadita.

Andrés Robles

Paisano de Lola Flores y Bertín Osborne - ahí es nada -, Andrés Robles nació el año en que Superman alzaba el vuelo en la gran pantalla. Asegura que uno de sus primeros recuerdos de infancia es la visión de una serpiente atravesando el tacón de Marion en el Pozo de las Almas y nunca ha entendido del todo qué le ve la gente a esa galaxia "muy, muy lejana".

Licenciado en Historia del Arte y especializado en Patrimonio y Gestión Cultural - tiene hasta un máster el muchacho -, dedica todas las horas que puede a esa pasión que comenzó en un cine de verano viendo a un arqueólogo con látigo y sombrero. Desde entonces no concibe una existencia sin salas oscuras y celuloide.

Como buen crítico de cine, nunca ha escrito ni dirigido nada, y se limita a destruir el trabajo que otros han realizado con toda su ilusión - a veces hace alguna reseña buena, pero son las menos -.

Habiendo conseguido fama, fortuna y gloria hablando de lo que no sabe en esta santa casa, sus próximos objetivos vitales son tener el pelazo de Carlos Pumares y la mala uva de Carlos Boyero.

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