opinión

12.08.2011

Marcados por HBO

por Manu Santaella

Si empiezas a seguir una serie y, justo antes de iniciar el capítulo, lees en pantalla "Box Home Office", puedes respirar tranquilo: te encuentras ante una serie HBO, lo cual suele ser garantía de que el producto va a tener un nivel más que aceptable. Al menos si la serie es dramática... Si es una sitcom, podrías estar empezando a seguir Sexo en Nueva York y entonces ya no estaremos tan seguro de que haya sido una buena idea.

Bromas aparte, vamos a intentar descifrar algunas de las cualidades que han convertido a las series de la cadena HBO en referentes televisivos, siendo el punto de partida Oz, el drama carcelario que empezó a emitirse en 1997 y en el que se vislumbraban algunas de las características que se repetirían con éxito posteriormente.

“En su punto no, la quiero cruda”

Si en las otras cadenas se tiene cuidado de intentar no herir la sensibilidad del telespectador, en la HBO puedes dar por sentado de que esto va a ir por otros derroteros. No es que se trate de recurrir a imágenes impactantes, que no es que no las haya, sino que se trata, más bien, de jugar con la psicología del espectador. Los personajes nos irán atrapando poco a poco, de manera gradual, hasta que nos lleguemos a identificar con ellos. Y entonces, cuando los personajes están completamente desnudos y los conozcamos más que a nosotros mismos, tiene lugar la tragedia, el impacto, el golpe de efecto.

Oz, Los Soprano o A dos metros bajo tierra nos ofrecen múltiples ejemplos de este tipo de situaciones: una condena a muerte, un intento de suicidio, un asesinato o un ataque de pánico son diferentes bajo el prisma HBO: tan crudos que no son aptos ni para todos los paladares ni para según qué momento.

En Oz (1997) se puede decir que comenzó todo:
En Oz (1997) se puede decir que comenzó todo: "no hay lugar como el hogar"... para referirse a una peculiar cárcel.


“Esto es lento para su puta madre”

Si eres de los que te gustan los episodios autoconclusivos y las series dinámicas, mejor olvídate de seguir una de las series HBO. En el piloto de Hawaii 5.0 (CBS), por ejemplo, se resolvió un caso que en The Wire habría tardado cinco temporadas y no habría quedado del todo claro. Y es que en la HBO no hay prisas y para engancharte a la serie puedes necesitar cinco o seis capítulos (lo cual sería una cancelación asegurada en cualquier otra cadena). Vamos viendo detalles que en otro tipo de cadenas serían inimaginables, y gracias a esas “minucias” conseguimos conectar con los personajes, identificarnos con ellos. Los silencios, las miradas, los momentos en los que no son necesarias las palabras (o muy pocas de ellas) forman parte esencial de The Wire, Los Soprano o The Corner. Eso sí, la fórmula no siempre va a funcionar: Big love estuvo a punto de provocarme un derrame cerebral por aburrimiento.

“Creando ambiente”

Roma, Hermanos de sangre, Deadwood y Juego de tronos, o lo que es lo mismo, la Roma de Julio César, la región centroeuropea ocupada por los alemanes durante la II Guerra Mundial, un pueblo no confederado del Oeste a fines del siglo XIX y un mundo antiguo imaginario. Y todo ello, creyéndotelo. Ni el Canal Historia podría presentar ambientes más veraces.

¿No se parecen los carteles? Pues sí, Lost (2004) utilizó uno muy parecido al de Hermanos de sangre (2001). HBO, como referencia.
¿No se parecen los carteles? Pues sí, Lost (2004) utilizó uno muy parecido al de Hermanos de sangre (2001). HBO, como referencia.


“¿Quiénes son los malos?”

Si Grissom tenía frases memorables, al más puro estilo Bruce Willis, que establecían dogmas morales; en una serie HBO la línea entre el bien y el mal nunca va a estar clara, como en la vida real, o lo que es lo mismo, los buenos y los malos son una cuestión de perspectiva: nos puede caer peor Phil Leotardo que Tony Soprano y, sin embargo, hemos visto cometer mayores atrocidades al jefe de la familia Soprano; 'Stringer' Bell y Avon Barksdale puede que sean dos de los principales capos de la droga de Baltimore, pero los adúlteros y borrachos suelen pertenecer a la policía de Baltimore, como McNulty; ¿hasta qué punto podemos llegar a comprender la ambición y corrupción de 'Nucky' Thompson (Boardwalk Empire) o de Al Swearengen (Deadwood)?

Casi nada es blanco o negro, sino un color no especificado en el amplio espectro de los grises.

La crudeza llevada al extremo: esta campaña de A dos metros bajo tierra fue censurada en el Reino Unido en 2003.
La crudeza llevada al extremo: esta campaña de A dos metros bajo tierra fue censurada en el Reino Unido en 2003.


“Se le ha ido la olla”

Estuve seis años viendo al Dr. House y básicamente seguía igual que en el capítulo uno. Puede que le hayamos visto caer y levantarse; pero, salvando el final de la quinta y el principio de la sexta temporada, siempre ha sido el mismo. Quizás el ejemplo no sea el más representativo, pero puede que el más notorio. En HBO, el descenso a los infiernos, la recuperación, la evolución y la transformación de los personajes, ya sea coyunturalmente o estructuralmente, forman parte explícita del guión. La utilización del adolescente es primordial para mostrar cómo evoluciona un personaje en función de sus circunstancias; pero también podemos ver esos cambios en adultos. Por ejemplo, la Brenda Chenowith (y el resto de personajes de A dos metros bajo tierra) de la primera temporada poco tiene que ver con la de la quinta: el personaje va evolucionando, creciendo, a medida que va superando, más o menos, sus traumas familiares y se va adaptando a sus cambiantes circunstancias personales. El detective McNulty pasará de marido infiel y borracho a novio ejemplar, para recaer en los antiguos hábitos, y terminar en un punto no especificado una vez que es expulsado de la policía. Y qué hay de Carmela Soprano, ese cóctel explosivo entre moralidad, religiosidad, lujo, comodidad, hipocresía, amor de madre, orgullo y seguridad (o búsqueda de seguridad).

Los seres humanos evolucionamos... o puede que no y simplemente tengamos etapas en las que vamos a la deriva, acuciados por problemas y dudas que condicionan un comportamiento que visto desde fuera pueda parecer absurdo o estúpido. Sea lo uno o lo otro, esa realidad tiene que quedar convenientemente reflejada en el drama.

“¡Vaya muerte más mala!”

Esto es un spoiler en toda regla. Una de las características más comunes en una serie HBO, y que te pueden llegar a dar más coraje, es que el héroe suele ser víctima de una muerte completamente miserable. Lejos de las epopeyas clásicas, en las que el héroe se sacrifica por un bien superior, en la HBO el héroe cae a manos de un personaje repelente, de un cero a la izquierda, de alguien que no ha mostrado mérito alguno. La muerte se nos presenta, así, cruda, desprovista de gloria, sin hacer distinciones de ningún tipo. Bill Hickock (Deadwood) muere de un disparo por la espalda a manos de un personaje cuya principal credencial había sido la estupidez; Eddard Stark (Juego de tronos) muere humillado públicamente, víctima de la traición y de un rey-niñato absolutamente insoportable; Omar Little, uno de los mejores caracteres de la pasada década, es asesinado de una manera que no quiero ni recordar... Y el culmen, ¿qué pasó con Tony Soprano? La secuencia final de Los Soprano debería ser analizada y estudiada junto a algunos fragmentos de La casa de Bernarda Alba o de Cien años de soledad. La muerte, lejos de convertirlo en mito, humaniza al héroe.

“El secreto es la presentación”

Si Balzac hacía literatura por fascículos, lo de la HBO sería cine por capítulos. Hemos dado por supuesto la creación de personajes interesantes (y no sólo entre los protagonistas), el empleo de excelentes guionistas y directores de fotografía, la cuidada selección de la música que acompaña cada escena significativa, y demás factores que acercan los dramas de HBO más al Séptimo Arte que a la mayoría del resto de productos televisivos. El resumen de este conjunto de condicionantes los podríamos observar en los créditos iniciales de determinadas series, convertidas en pequeñas obras maestras, como ocurre en el caso de Los Soprano, A dos metros bajo tierra, Roma o Juego de tronos. Saltarse esos créditos, por mucho que ya los hayamos visto antes, es como mutilar el episodio.

¿Blanco o negro? No, como mínimo, que tengamos múltiples puntos de vista, como en The Wire (2002).
¿Blanco o negro? No, como mínimo, que tengamos múltiples puntos de vista, como en The Wire (2002).


“¿Por qué en 'Los Soprano' hay tanta gente que habla como Sheldon Cooper?”

Fernando Cabrera es el actor de doblaje que le pone la voz, entre otros muchos personajes, a Sheldon Cooper en The Big Bang Theory; pero si veis Los Soprano doblada al español, os daréis cuenta de que esa voz, sobre todo en las últimas temporadas, se repite continuamente entre los personajes que ocasionalmente van apareciendo por la serie. En fin, es una anécdota, que trata de mostrar la subjetividad del que escribe el artículo, y que pone de manifiesto lo condicionado o parcial que puede ser a la hora de realizar según qué análisis. Tanto tiempo viendo series HBO te pueden dejar la cabeza para que tengas que ir directamente a la consulta de la Dra. Jennifer Melfi.

P.D. Coincidió que tuve la oportunidad de ver simultáneamente dos de las series más respetadas de la última década. Y sólo pude llegar a una conclusión: la multigalardonada y sobrevalorada Mad Men (AMC y 3 Globos de Oro consecutivos a la mejor serie dramática), de Matthew Weiner (también guionista en Los Soprano), es una serie de chichinabo en comparación con The Wire, creada por David Simon, y ganadora de 0 Emmys y 0 Globos de Oro. ¡Qué ganas tenía de decirlo!
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