Anoche asistimos nerviosos (al menos yo) al acto de clausura del festival Kratkofil, cuyo nombre, por cierto, he descubierto que significa cortofilia, si esa palabra existiera en nuestro vocabulario.

A las 21 se iniciaba la gala con una actuación de Yrjänä Sauros, que tocó con la guitarra algunos tangos fineses.



No se fueron por las ramas y en cuanto Yrjänä acabó, pronto anunciaron el palmarés de la edición de este año:

- El premio al mejor corto experimental lo ganó Sleep, una animación cortita de la que ya hablé aquí, de Claudius Gentinetta y Frank Braun.

- El premio a la mejor animación se lo llevó Les Bessones del Carrer de Ponent, ese famoso stop-motion de Anna Solanas y Marc Riba, a los que nombré el día que se proyectó.

- El mejor documental fue How to pick berries, un corto finés muy muy bien hecho, y muy interesante, de Elina Talvensaari.

- El mejor cortometraje de ficción fue Striptease, de Juan Carlevaris, quien entre el asombro y la vergüenza fue a recoger su premio, mientras la mitad del auditorio celebramos este premio como nuestro.

- Inexplicablemente, el gran premio del festival fue a parar a Stardust, un cortometraje belga de ficción, dirigido por Nicolas Provost, y que, quienes lo vimos, lo encontramos bastante insustancial.

Lamentablemente, la que suscribe tuvo que irse de la fiesta antes de que ésta empezara, para iniciar el largo viaje de vuelta desde los Balcanes, región agradecida y maravillosa a la que espero volver, por ejemplo, con motivo de la próxima edición del Festival internacional de cortometrajes Kratkofil.